Whangarei, conociendo a Julie y su hermosa casa

Whangarei, conociendo a Julie y su hermosa casa

Si bien estaba muy lindo el departamento donde pasamos la noche, la verdad es que era muy chiquito y los dueños tampoco eran los más simpáticos del mundo (va, nada simpáticos para ser más exacta). Entonces preferimos hacer todo temprano e irnos lo antes posible en la mañana.

Nuestro próximo destino era Whangarei. Estuve esperando todo el viaje hospedarme en este airbnb y llegó el día!

Por suerte hoy teníamos solo una hora y media de viaje, así que llegamos tipo diez a la nueva ciudad y nos fuimos a desayunar a un cafecito llamado “Nectar“. Nos pedimos entre los dos un smoothie, después yo un porridge de quinoa, frutas y coco (es como un bowl con todo eso nadando en alguna leche vegetal) y Fran se pidió unas tostadas con hongos y una salsita (que era vegan y también libre de gluten así que lo pude probar).


Solo hay foto del smoothie.

Mi desayuno estuvo riquísimo, cosas nadando en leche bien como me gusta. Fran lo probó pero no le gustó nada, cosas nadando en leche bien como a él no le gusta.

Después de comer escribimos unas palabras emotivas(?) de año nuevo para mandar en forma de postal a Tokio y nos quedamos haciendo un poco más de tiempo porque la entrada al airbnb era recién a las cuatro de la tarde.

Tipo 12 del mediodía nos fuimos a un parque que estaba a un par de cuadras del café. Se llamaba “Laurie Hall Park” y estaba lleno de flores y caminitos. Lo recorrimos, inventamos carreras, hicimos sentadillas(?), elongación y nos sentamos en una mesa a la sombra a descansar un rato.

Cuando se hicieron las dos de la tarde nos dio hambre (ejem, a Francisco) y fuimos a comer a adivinen dónde… Sí, Hell Pizza!

Pizza de ananá y un plus de una pizzeta más picante que un mejicano vivo(?). No, en serio, estaba re picante me tomé todo el agua de una botella entera. Eso que solo comí una pequeña porción. Fran chocho (a lo que yo llamo su masoquismo ranchero) se la comió toda.


Nótese que abajo de la pizzeta ultra picante está la de ananá. Qué no falte!


Cara de adicta?

Nos quedamos un rato escribiendo y luego cruzamos en frente del lugar que había un supermercado “New World”. Lo recorrimos y me compré unas trufas de chocolate y frambuesa y Fran se compró un helado de menta y chocolate. La delicia de mis trufas era indescriptible en palabras humanas (ahhh pa-ra!). El helado de menta no es lo mío pero Fran dijo que estaba muy rico también. Además le rompí unas trufas en el pote para que quede como brownie con helado. Me dijo que fue una mejora increíble. Gracias, gracias.
Ah, también compramos bananas, brócoli, zanahorias, yogurt de coco y hongos para tener y poder cocinar en estos días. Y no nos olvidemos de la  mascara facial(?).


La máscara facial que no me compré. La que compramos era una “desintoxicante”(?)

Volvimos caminando hasta el auto y nos dimos cuenta que ya eran las cuatro y media así que arrancamos para la casa.

Nos recibió Julie, nuestra anfitriona de Whangarei. Nos mostró su hogar y ya quiero adoptarla como familiar cercano. Ella es muy simpática, nos hizo sentir super bienvenidos y nada incómodos. Nos dijo que todas las mañanas hace un desayuno y que estábamos invitados a servirnos lo que queramos. Aparte la casa es hermosa, super rústica, rodeada de vegetación y bosque nativo en el fondo.

Nuestro cuarto da al bosque y nos contó que de noche se pueden escuchar a los kiwis cantar. Hasta algunas veces, tipo 4am, se los puede ver en el patiecito que hay al lado de la pieza. ME MUEROH!


Nuestra habitación


Hasta el baño era hermoso


En la zona del lavadero tenía este vitro


La cocina


La “Frida Sirena Free the Nipple”, un adorno con grandes declaraciones de principios detrás 😛


Detalles(L)


El living


La puerta balcón por donde salías al deck que daba al frente de la casa.


El deck. Esto era hermoso, no puedo con esta casa.


La mesa principal


El sillón azul y su lugar de trabajo (y otra puerta balcón más pequeña por donde se salía al patio de atrás de la casa)


Más detalles


El toilette, separado de la ducha.

No se si se pudo apreciar en la fotos, pero la cocina, living, comedor, sala de trabajo, habitaciones, baños y lavadero se encuentran conectados. En el centro hay un jardín de invierno en el cual todas las habitaciones giran en torno a él. No se si se entendió con mi pobre explicación, pero era precioso este concepto ya que no solo traía muchísima luz a la casa, sino también aire y verde.

Luego fuimos al jardín trasero. Fran se metió por el bosque y saco unas fotitos.

A la tarde noche nos fuimos a la sala a escribir mientras Julie hacía mermelada de frutos rojos en la cocina. Fue lo más cercano a hogar que tuvimos en muchos días.

Vamos a disfrutar mucho estas dos noches que tenemos acá, lo sé.

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