Rotorua, Do it again! Aventura en el “Rotorua Rafting”

Rotorua, Do it again! Aventura en el “Rotorua Rafting”

Hoy teníamos un super plan, ir a hacer rafting al río Kaituna, en Okerere Falls, Rotorua.

Habíamos visto que la empresa con la cual íbamos a hacer el paseo (“Rotorua-Rafting“) tenía dos tipos de tours. Uno comenzaba con una caminata por la zona con un poco de historia del lugar, después te subías a un bote y hacías un paseo tranquilo por los rápidos más bajos de dos metros de altura (era grado 3). En el otro no había caminata, era todo el recorrido en bote. Primero caías por la cascada de dos metros y luego por una de siete metros (era grado 5).

Dato de color: esta es la cascada más grande/alta que dejan hacer rafting comercialmente en el mundo.

Obviamente íbamos a elegir el tour de grado 3. Este era uno de los paseos que más estaba esperando hacer pero la verdad es que siempre me dieron bastante miedo las aguas rápidas.

A las 9 am se hacía el primer tour, así que decidimos levantarnos temprano, desayunar y salir. El asunto es que se nos hizo medio tarde y salimos de la casa ocho y cuarto. Terminamos llegando nueve menos cinco a “Roturua Rafting”. Ya pensando que seguramente habían salido, Fran, bajó solo a preguntar cuándo salía el próximo grupo. En eso lo veo que vuelve corriendo y me dice “Vení que si hacemos todo rápido, ellos nos dan la ropa y salimos en esta tanda.”

Mi primer pensamiento: De qué ropa habla?

Deje mi mochi en el baúl, corrimos a anotarnos, pagar y rapidísimo me dieron mil indicaciones de las cuales entendí, dejate la malla debajo de este traje de neoprene.

Mi segundo pensamiento: qué malla?

Le dije adiós a mi ropa interior seca y me puse los zapatos y traje, todo de neoprene. Salí y Fran seguía en el cambiador. Me felicitaron por mi rapidez (?) y me dieron como un saco también de neoprene. Menos mal porque estaba re cagada de frío, eran las nueve a.m. de una mañana bastante fresca en Nueva Zelanda. Mientras un chico (después me di cuenta que él iba a ser nuestro guía) me ayudaba a ponerme ese saco ajustadísimo, me preguntaba de dónde era y me daba conversación por que no se qué cara de “dónde me estoy metiendo” debería de tener.  En eso sale Fran a medio cambiar con la remera todavía puesta y yo lo miro con cara de “Por qué carajos estás todavía así, yo no me voy sola a hacer este tour ni loca”. Después me contó que mientras se cambiaba había entrado en un mini panic attack y no sabía si se tenía que dejar la remera o no y que se la sacó y se la puso como tres veces, hasta que salió con la remera puesta. Con razón tardo tanto!!

Una vez resuelto el tema de la remera fuimos a la parte de afuera y nos dieron los cascos y los chalecos salvavidas. Ahí vimos a los otros rezagados como nosotros, dos chicos y una pareja más.

Una vez completamente preparados, tuvimos que hacer una caminata de unos metros hasta otro lugar. En esta caminatita mi querido Francisco me dice, palabras textuales: “Aldi, no sé por cuál paseo pagamos. Por qué la chica no me preguntó nada y cómo fue todo tan rápido…..”

En ese momento estaba lista para desabrocharme el salvavidas, sacarme el traje de neoprene, quedarme en ropa interior y decir “YO NO PAGUE POR ESTO”. Lamentablemente ya era demasiado tarde, nos estaban haciendo saltar adentro del gomón (gracias Natalia Andrea por brindarme la palabra adecuada, no era un bote era un gomón).

Nos acomodamos; los dos chicos en el asiento de adelante, nosotros en el medio y la otra pareja atrás nuestro. El guía iba en la punta de atrás, se llamaba Cameron Ahlers y fue el mejor. Empezó diciendonos su nombre y que íbamos a estar arriba del gomón (o abajo nadando) aproximadamente una hora. Ahí nos miramos con Fran con ojos de “sí, pagamos el tour equivocado”. Luego siguió dándonos instrucciones de cómo sostener el remo para no golpearnos, cómo agarrarnos de las sogas que tenía a los costados el gomón y otras indicaciones de cómo remar, cuándo y por qué. Tengo que decir que todavía no me había mojado pero las piernitas ya me habían empezado a temblar.

Nos iba dando indicaciones para que rememos hacia adelante o hacia atrás, hasta que llegamos hasta la primer bajada pequeña y nos dijo que nos agarremos. La mujer de atrás nuestro se ve que no se agarró porque cuando terminamos de caer Cam le dijo, “dije agárrense! por qué no te agarraste?!!!”. Obvio todo super buena onda, nada de retarnos, lo que pasa que le tenemos que hacer caso porque sino caída libre al agua o algo peor.

Seguimos remando y antes de llegar a la caída de dos metros nos explicó cómo sentarnos dentro del bote para las caídas más grandes. Hicimos la simulación y después allá fuimos derecho a la de dos metros. Se me despejaron todas las ideas digo, toda el agua que me entró en la nariz me llego hasta el cerebro. Fue fascinante esa caída, no me acuerdo mucho que sentí salvo que pensé “ah! qué copado! esto no estuvo tan mal”.

En un momento llegamos a un punto donde podíamos bajar del gomón y tirarnos al agua desde un muro (la vieja represa eléctrica de Rorotua). Todos los de nuestro gomón dijimos un no rotundo sin ni siquiera pensarlo. Yo pensé que los chicos de adelante nuestro se iban a animar pero debe ser que estaban casi tan c***dos hasta las patas como nosotros.

Así que seguimos camino. Siempre remando y Cam dándonos explicaciones de qué hacer en tal o cual caso. En una ocasión nos dijo que miremos para arriba y el paisaje era hermosamente indescriptible de explicar. Un par de bajadas más, de indicaciones y de historias llegamos a la cascada de 7 metros de altura.

TAN TAN TAAAAAANNNN.

Éramos 5 gomones en total, todos reunidos unos metros antes de la caída. Empezamos a repetir unas palabras en maorí para que el gran jefe nos protegiera. Un guía iba diciendo una parte y luego todos la repetíamos.

“E Te Rangatira Tutea
E inoi ana matau kia ora taki hia to matau waka kia tau pai ai
Henui nga mihi mo tepai O to tiaki I tena awa
Whakarahira hira”

(TRADUCCION:
“Jefe Tutea
pedimos tu bendición para viajar en este camino espiritual,
pedimos tu ayuda para que este sea un viaje seguro,
y te agradecemos por proteger esta maravilla natural”)

Luego de recitar estas palabras, juntamos nuestros remos en el aire y dimos un grito de unidad, luego emprendimos rumbo a la cascada.

Aunque fuimos los últimos en salir, íbamos a ser los primeros en hacer la caída. Lo bueno de esto es que después íbamos a ver la caída de los otros gomones (o no, depende si salíamos con vida, jaja).

Primero bajo el bote de seguridad, que es una persona que va en un kayak adelante nuestro todo el tiempo cuidando de todo y todos. Luego de él, nosotros.

Remamos y remamos. Mientras, Cam, nos iba diciendo que apenas empezáramos a bajar echemos un vistazo al hermoso paisaje, sonriamos y luego bajemos la cabeza al pecho para no golpearnos. Cuando llegamos a la caída nos sentamos en el piso del gomón y nos agarramos lo más fuerte posible, va o por lo menos eso pensé.

Primero sentí como íbamos cayendo, luego que aterrizábamos, luego que salía volando y después mucha, mucha agua. Anteriormente Cam nos había explicado qué hacer si el bote se daba vuelta, así que intente aplicar todo ese conocimiento. Igual la desesperación por salir a flote te hace olvidar todo lo que aprendiste.

El “bote de seguridad” o “safe boat” siempre acompañándonos.

Fueron como segundos interminables hasta que sentí que pude salir. Áca quiero hacer una pausa y explicar algo. No podía salir a flote porque mi casco pegaba contra el gomón, por eso tarde más de lo que hubiese tardado. Luego hablamos con Fran y me dijo que él vió que había alguien que estaba en esta situación y que tiró para que pudiera salir. Bueno, sí, esa persona era yo y qué suerte que tiró si no seguía intentando salir de ahí abajo, jaja. Vuelvo al relato. Cuando salí estaba en la parte de adentro del gomón que estaba dado vuelta. Estuve un largo rato hasta que pude salir porque no encontraba por dónde ir, estaba más desorientada que de la Rúa en videomach para que se den una idea.

Fran en un momento me vio y me dijo que lo siguiera, pero realmente no sabía para dónde ir. Igual estaba tranquila porque el chico nos había dicho que mientras estemos agarrados del bote todo iba a estar bien. Otra cosa que me pasó es que se me quedó trabado el remo en una soga y en vez de largarlo, como hacia todo el mundo, me aferré a ese remo como a mi vida.

Luego de salir Cam me preguntaba “estás bien? estás bien” con cara de preocupado, jjajaj. Fran después me dijo que fui la última en salir y que Cam le preguntaba “Aldana está allá abajo? está bien?” La chica de atrás mío también me preguntaba “estás bien? tardaste mucho en salir”. Sí, amiga! estaba intentando encontrar por dónde tenía que ir.

Igual la quiero, era una grande la rubia de atrás nuestro. Hacia todo lo contrario de lo que decía el guía. En la caída de 7 metros nunca bajó la cabeza al pecho y se soltó de la soga y quedó agarrada solo al remo. Cuando nos subimos al bote de nuevo Cam le decía, “dije que se agarren a la soga del bote no al remo!” Me reí tanto con ella, era una despistada potencia máxima y me calmaba los nervios que tenía.

Luego de subirnos todos nuevamente al gomón, quedamos flotando viendo cómo caían los otros cuatro botes. Solo uno logró bajar sin darse vuelta. Los otros tres se dieron vuelta más violentamente que nosotros. Qué dolor!!!

No podía haber nada más estresante que esta caída, hasta que llegamos al otro punto clave. Cam paro el gomón a un costado y nos dijo, “en esta caída pueden tirarse del bote y bajar nadando. Yo los espero abajo, ustedes solo tienen que nadar hacia mi. Recomiendo fuertemente que lo hagan.” Temblando, no sé si del cagazo o del frío, bajamos todos del bote y parados en una piedra vimos como se iba y desaparecía por la cascada nuestro querido guía. Cuando sonó el silbato nos tiramos todos juntos. Las indicaciones eran ir al medio de la cascada, con los pies hacia atrás y luego nadar hacia él. Simple, no?

Las dos primeras cosas las hice como una campeona. Ahora después de la caída todo fue caos. Él nos había dicho que fuéramos hacia la derecha y todos, absolutamente todos los del bote, terminamos en la izquierda, donde estaban las corrientes más fuertes. Yo veía mientras me acercaba al bote (última, como siempre) que casi todos los demás estaban agarrados de una soga que Cam tenía atada. Por suerte Fran me estiro la mano y quedé agarrada de él y del chico (que estaba adelante mío en el gomón). Esto sí me dió un poco de miedito. Cuando encontré la soga me agarré fuerte y me paré, pero Fran y el chico que estaban adelante mío no se podían parar. Estaban justo en una corriente que era imposible de pelear. Yo parada en vez de avanzar me quedé ahí intentando ayudar a Fran y al chico. Obviamente la peor decisión del universo porque yo también entré en la corriente y no me pude levantar más. Igual estaba super agarrada a la soga y no pensaba soltarme. Fran después me contó, que con la corriente se le salió el zapato de neoprene y que se intentaba parar y no podía porque se re patinaba. Encima tragaba un montón de agua y a lo último ya estaba perdiendo la fuerza en los brazos.

Por suerte la rubia cuando se pudo agarrar bien del bote me ayudó a mí a levantarme y el esposo lo ayudó a Fran. Después Fran lo ayudó al chico. Trabajo en equipo si los hay.

Una vez parados todos al lado del bote, Cam nos dijo que nos subiéramos. Creo que nadie le dió bola, estábamos todos re shockeados por lo que nos había pasado (de seis integrantes del gomón, cinco estábamos colgando de la cuerda). En eso siento como Cam me agarra del chaleco salvavidas y me levanta por los aires y me deposita dentro del gomón así como si nada. Ayudé a subir a los demás y una vez que estuvimos arriba del bote nos reprochó “les dije que naden hacia la derecha que yo los iba a buscar, todos se fueron a la izquierda!” Los peores! Un par de chistes más y seguimos camino.

Lo que restaba fue super tranquilo. Cambiamos un par de veces de posición y lo último que hicimos fue entrar de frente a un pequeño rápido. Donde nos sacaron fotos y el bote se lleno de agua.

Acá nos había dicho que nos paremos. Definitivamente nuestro grupo no era muy bueno acatando órdenes

Salimos por la “salida recomendada”, ya que los rápidos seguían pero más adelante había una cascada de 7 metros mas violenta que la anterior y ahí había 100 porciento chances que nos demos vuelta y que la pasemos muy mal.

Contenta de pisar tierra firme, mi compañera rubia y yo, nos dirigimos con los remos a la camioneta. Obviamente como somos las dos unas colgadas nos fuimos por el camino equivocado y terminamos llegando últimas a la van. Fran me contó que entre los hombre llevaron el bote arriba de la cabeza y que a él no le daban los brazos para levantarlo. Los rápidos le agotaron las energías y las fuerzas.

Todos en la van chocamos 5 para festejar que lo habíamos logrado y volvimos al edificio a cambiarnos. El frío que tenía, me hacía tiritar, así que me cambié más rápido que la mierddd, salí y calentita me fuí a la sala donde mostraban las fotos que nos fueron sacando (que son las que fui poniendo a lo largo de este post).

Mientras Fran les pasaba el mail para que nos envien las fotos, yo, me quedé mirando las fotos de presentación de todos los guías del lugar. Le saqué una foto a la de Cam y al de otro cuyo secreto era estar enamorado de Patrick Swayse, este chico somos todes. Más adelante nos dimos cuenta que ese era el que iba en el bote de seguridad siempre delante nuestro.

Acá dejo un video que tiene la empresa con la que hicimos el paseo, no somos nosotros los que salen ahí pero para que se den una idea de como fue más o menos el recorrido.

Nos saludamos por última vez con nuestro guía y nos fuimos al Okere Falls Store, el café que está al lado para tomar y comer algo calentito. Este café es conocido por ser uno de los lugares más eco-friendly de Nueva zelanda.

Todavía temblando de frío, decidí pedirme un cafecito con leche de almendras y acompañarlo con una galletita. Fran se decidió por algo más contundente, una hamburguesa. Se veía buena pero creo que después de tanto movimiento lo que más me tentaba era el cafecito.

Nos sentamos en una mesa de adentro, porque estaba muy acogedor, e hice lo que más disfruto en tema infusiones, mojar la galle en el café calentito. Aproveché que no había nadie, porque si no me da vergüenza. Fran disfrutó su hamburguesa (aunque me dijo que no fue unas de las mejores), descansamos un rato y hablamos de lo buena que estuvo nuestra equivocación. Hablamos de cuanto disfrutamos la aventura ( aunque un poco extrema para nosotros) y que buenos son, algunas veces, los imprevistos de la vida. Si no se hubiese dado todo tal cual se dió lo más seguro es que no lo hubiésemos hecho y nos hubiésemos perdido flor de experiencia.

Era una flor de galleta y estaba riquísima

La hamburguesa de pan negro de Fran

“Anualmente se extinguen un estimado de 50.ooo especies de nuestros bosques tropicales.” 

Luego nos levantamos y nos pusimos a ver las cosas que vendían tipo suvenirs. Nos compramos una remera (digo nos, porque compramos un talle grande así la podemos usar los dos) que dice “Si nuestros oceanos se mueren nosotros también. Amemos nuestros océanos, paremos de utilizar plásticos descartables”. Excelente. Fran se compró una lunchera de acero inoxidable como la mía. Una vez en la caja le tentó la galle que yo me había comido y se compró una y aparte se pidió un smothie. Esta vez salimos a tomarlo afuera. Una re buena elección porque afuera al solcito estaba super calentito. Sí, yo seguía con un poco de frío. Aparte tenían hermosamente decorado toda la parte trasera, con plantas, lucesitas, mesitas de madera, sillones, partes techadas y partes al sol. Precioso.

Luego de un laaargo rato haciendo el segundo descanso, todavía no teníamos ganas de irnos de Okere Falls. Entonces Fran buscó si había alguna caminata cerca. Resultó ser que había una a solo unos metros.

Nos dimos cuenta que esta caminata era donde venían a sacarnos las fotos cuando estábamos haciendo rafting. Caímos en esto cuando a medida que avanzábamos en el camino íbamos viendo diferentes cataratas cada vez mas altas.

Caída de 2 metros

Caída de 7 metros

Recordando el momento en que no entendía para donde estaba la salida de abajo del gomón 😛 

Al costado de la catarata de 7 metros había una escalera por entre medio de las rocas. Bajamos por ella y nos encontramos con unas cuevas. Leímos que estas cuevas eran utilizadas en tiempos de guerra por los Maoríes. Hacían descender con cuerdas a las mujeres y los niños para que se escondieran. Las escaleras recién se tallaron en el año 1907 cuando se hizo la represa eléctrica. Hoy en día en las cavernas solo se pueden encontrar a unos insectos llamados wetas. Estos son un estilo de grillos muy grandes, es más son los insectos más grandes y pesados que existen, miden aproximadamente 10 cm.

Las escaleras que llevaban a las cavernas

Ven algún weta? Nosotros la verdad no.

Hasta que llegamos a la parte final del rafting. Aquí era donde cada pareja se sentaba en la parte de adelante del gomón y los demás remábamos para acercarnos a esa pequeña caída que se ve ahí en la foto.

Se ve chiquita, pero la fuerza que tenía ese agua, madre mía.

A dos metros de esta pequeña caída ya estaba la salida. En el cartel de “DANGER” advertían que más adelante era una zona peligrosa para rafting por los riegos que hay debajo del agua. Es más cuando llegamos a la casa buscamos y encontramos que hace unos años murió una chica haciendo white water ratfting un poco más adelante en este mismo rio. Su angostura, curvas y aguas con muchísimas ramas y árboles caídos hacen que sea muy díficil y peligroso.

Las escaleras que subimos con el gomón y los remos acuesta

Después de recorrerlo todo como dos veces, nos dimos cuenta que al rato salía otra tanda de gomones haciendo rafting. Así que fuimos a la cascada de 7 metros y nos quedamos ahí esperando.

En eso llega uno de los del staff para sacar las fotos del nuevo grupo. Nos reconoció, nos saludó y nos dijo algo así como si estábamos ahí para vivir nuevamente la experiencia desde otro punto.

El “safe boat” esperando que bajen los gomones. 

Ahí se ve el gomón amarillo. Qué lindo fue revivirlo nuevamente desde otra perspectiva!

Algo que me pasa en Nueva Zelanda es que a algunos les entiendo re bien el acento y a otros no les cazo un fubol. A este chico que sacaba fotos no le entendía nada de nada y cuando en un momento me encontré sola con él me dijo “is agsteo qnsbsh right?!” Y yo con mi mejor cara sonreí y le dije que sí. La estrategia más aplicada cuando me pasa esto.

Después de ver cómo todos los gomones de esta tanda se dieron vuelta al hacer la caída, nos fuimos casi corriendo al próximo punto donde sabíamos que sacaban fotos. SI YA SE SUPER FANÁTICOS QUEDAMOS. llegamos hasta antes que el fotógrafo oficial y nos quedamos en el mirador esperando que bajen los botes junto con el kayak de seguridad que siempre va adelante.

Estábamos re cerca de ellos y cuando vemos llegar al kayak de seguridad era Cam! Nos saluda re simpático y nos dice algo así como “volvieron!!!” todo contento.

Cuando terminamos de ver todo decidimos que ya era tiempo de volver.

Hicimos el camino por 4ta vez (es tan lindo que no nos cansamos nunca) y nos subimos al auto para volver a la casa.

Pasamos por un súper a comprar verduras y cuando llegamos a la casa estaba el anfitrión con otros dos huéspedes. Era una pareja alemana que viaja por el mundo en bici.

Fran se quedó haciendo sociales mientras cocinaba y yo me fui a la pieza, estaba muy ansiosa por escribir el post y hacer sociales en inglés no es lo mío sólo puedo sonreír porque cuando les hablo no me entienden nada.

Aquí dejo el video de los días en Rotorua.

3 Replies to “Rotorua, Do it again! Aventura en el “Rotorua Rafting””

    1. Tengo 12 años con este comentario que te voy a hacer, pero los re veo andando en kayak y haciendo locuras juntos. Necesito esa pareja en la vida real :P.

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