Hamilton, volvímos a sus hermosos jardines.
Hoy era el último día en la casa hermosa de Hamilton (llanto desconsolado).
A la mañana me puse a escribir y Fro a trabajar. Apenas abrimos la puerta balcón que da al jardín Sasha se vino a darnos los buenos días súper contenta. Después se quedó toda la mañana con nosotros haciéndonos compañía. Es injusto, solo fueron dos días que tuvimos con ella y la vamos a extrañar tanto como a Dori y Niebli (llanto desconsolado).
Después de pegarme una ducha con un caudal de agua envidiable y bien calentita. Salí lista para afrontar el día, preparar todo lo que había que llevar y ordenar la habitación de Airbnb. Todo esto mientras Fran tenía una reunión con Julian. Cuando logró terminar la reunión, ordenó sus cosas, se bañó y empezamos a cargar el auto.
Toda la mañana estuvo lloviendo a borbotones por suerte justo cuando íbamos a cargar el auto paró un poco. Nos despedimos de Sasha y las dos gatitas y nos fuimos.
Teníamos varios planes para hoy. Primero era ir a terminar de recorrer los jardines de Hamilton. De ahí salir camino a Matamata, el lugar donde queda la comarca. Sí! Hoy era el día donde conocíamos la casa de Bilbo Bolsón. Y luego de eso seguíamos camino para Rotorua, nuestro próximo Airbnb por 4 días.
Como dije, el primer plan eran ir a terminar de recorrer los jardines de Hamilton. Pero como estaba lloviendo tanto no sabíamos que hacer. Decidimos ir igual y ver qué pasaba. Acá el tiempo es así, llueve y a los 5 minutos sale el sol furioso.
Suerte que decidimos terminar de visitarlos porque, los jardines que nos quedaban por ver eran realmente espectaculares.
Esta vez fuimos a la colección de jardines paradisíacos. Estos representaban tradiciones de diferentes lugares del mundo.
Entrada a la Colección de Jardines Paradisíacos.
Camino hacia la placita central que luego te lleva a todos los jardines paradisíacos
Descripción sobre cada jardín (demasiado para traducir, sorry mates).
La placita central tenía un súper estanque rodeado de paredes de enredaderas. Era genial cómo este estanque reflejaba el cielo y todo lo que tenía a su alrededor, era un espejo. También se veía como en los bordes rebalsaba el agua por tanta lluvia.
Al primero que entramos fueron a los jardines florales británicos. Eran una representación del siglo 19 en Inglaterra.
Entrada
Galería inicial y camino rodeado de flores
Fran posando graciosamente para la foto (fue su idea). Observen esa pose con puños cerrados bien compenetrado.
Yo posando graciosamente (y mal) para la foto. Sí, supuestamente tenía que hacer que tomaba agua de la fuente y en mi mente lo estaba logrando.
Foto super artística tomada por Francisco Tufró.
Observando la segunda parte del jardín británico, donde había un estanque en el medio de un jardín inmaculado.
Luego pasamos a los jardines japoneses. El diseño está basado en las filosofías del budismo, taoísmo y confusiano, junto con una detallada observación de la naturaleza para armar jardines que fueran de naturaleza altamente abstracta y visualmente monocrómatica.
Entrabas y podías tomar un descanso en un asiento muy japonecito(?). Seguías a un jardín zen y luego a una terracita de madera que daba a un lago. Muy simple y lindo, estos fueron los favoritos de Fran.
Fran diciendo “Konichiwa”
Jardín zen
Clin carna en el jardín Zen.
Fran admirando el lago en la terracita.
Luego fuimos al jardín chino. Estos jardines los armaron siguiendo la tradición de la “dinastía de Tang” del siglo 7. Para ellos los jardines eran paraísos de relajación y meditación y un lugar donde cultivar el espíritu. Allí componían sus poemas, tocaban sus lauds y recitaban sus versos.
La entrada era la arcada característica con los dos dragones dándote la bienvenida. Seguías y pasabas por un arco de una forma muy particular. Este te llevaba por un camino con techos y paredes de enredaderas.
Entrada
Arcada en forma de trébol.
Pasadizo de enredaderas que te llevaba desde la arcada hasta la primera parte del jardín chino.
Justo cuando terminamos de cruzar el pasadizo y estábamos por entrar al jardín nos agarró la lluvia fatal. Así que nos quedamos en una arcada en forma circular que había justo al terminar este camino de enredaderas. Después de esperar unos minutos, como vimos que no paraba y necesitábamos, en no mucho, irnos para “Hobbiton” decidimos aventurarnos bajo la lluvia. Esto no impidió que sacáramos fotos obvio.
Primero pasamos, por un puentecito bajo, un lago con peces koi. Muy característico de la dinastía china. Luego subimos por un camino lleno de plantas de bamboo súper altas. Hasta que llegamos a un mirador donde había una estatua de una tortuga. Se llamaba “The celestial turtle of Tahiti Lake” y era un reconocimiento por un aniversario. Al lado había una galería china donde te parabas y Se podía ver a lo lejos un lago junto con un poco de paisaje. Esto sumado a que estaba medio neblinoso y lloviendo hicieron unas fotos muy interesantes!
El próximo jardín fue el moderno. Horrible. Perdonen mi pesimismo pero realmente me pareció que era muy feo. Digna obra de Andy Warhol. Representa un jardín de fines del siglo 20 con estética de la costa oeste Norteamericana.
Seguimos al próximo que eran los jardines indios. nos metimos por un pasillo que, como bien dijo Fran, parecía que estabas entrando a la pileta de algún campo municipal. Súper resbaloso porque estaba mojado y, con mis zapatillas que están casi lisas y no ayudan, me iba patinando como una campeona. Así que decidí caminar con pie de plomo, parecía una abuelita con miedo a caerse, pero bueno por lo menos no me fui de cara al suelo.
Cuando llegamos eran espectaculares, algo que no había visto nunca en persona. Si bien los demás eran muy lindos, ya muchas veces vi jardines chinos y japoneses, pero este fue como un golpe de novedad. En el medio tenía un gran jardín de flores. Rebosaba de colores diferentes y se encontraba dividido en cuatro partes por una fuente que estaba en el medio. Atrás de todo tenía una gran galería con unos techos altísimos decorados y en el piso había una pequeña fuente. La parte de atrás de este jardín daba a un canal, que lo hacía todavía más majestuoso (todo muy de hindúes millonarios).
A Fran le gustó, pero no le pareció la gran cosa, a mi me impactó muchísimo la verdad.
Salimos, yo pensando que no iba a ver nada mejor que eso, y nos dirigimos al ” jardín italiano renacentista “. Y mamma miiiaaa! Qué cosa más espectacular fue eso también!
Situados también en el 1600, súper de la realeza, muy “María Antonieta y su hermanita“. Entrabas por unas galerías colmadas de enredaderas y flores, donde llegabas a la estatua característica de Rómulo y Remo siendo amamantados por una loba. Seguimos y entramos a los jardínes reales. Esto tampoco era algo que había visto en persona nunca. Es muy linda esa sensación de experimentar algo por primera vez, algo que nunca viste o viviste. Los ojos se te abren el doble y el conocimiento se expande.
No puedo ni explicar cómo eran estos jardines, eran tan bellos. Así que paso a dejar unas fotos.
Al final de este jardín empezó a llover nuevamente con todo así que corrimos al auto. Sé que nos quedaron unos cuantos jardines por recorrer, pero con el tema de que estaba bien feo el clima no sabíamos cuánto íbamos a tardar en la ruta para llegar a nuestro próximo destino: Hobbiton.