Santuario Equidad

Santuario Equidad

Conocimos el Santuario Equidad en Diciembre de 2017 cuando recibieron a Save, la ternerita rescatada en una de las vigilias del Buenos Aires Animal Save.

 

Cuando nos enteramos que se podía ir para ayudar y a su vez estar con los animales, reservamos los primeros días de Abril. En un principio habíamos pensado ir en las vacaciones de verano pero luego decidimos ir en un momento en el que el Santuario necesitara más ayuda.

Llegamos de noche y nos recibió Santiago y una manada de perritos felices de que estemos allí. Nos tocó la pieza que daba al lugar donde casi siempre estaba Save, Chucky (un cerdito sin una patita) y Pampa (un caballo abuelo que está cieguito).

Siempre nos dormíamos mirando la oscuridad de la noche por la ventana. La tranquilidad que se siente es impagable. Bueno, hasta que los perros empiezan a ladrar.

El primer integrante de la familia Equidad que conocimos (aparte de los perritos) fue Blanquito, un burro mágico que, no importa dónde estés, aparece y te pide que lo acaricies. Por esto llegamos a la conclusión que Blanquito es un burro con aires de perro.

¿Más loco que una cabra?

Otro que tiene problemas de identidad es Facundo. Como nos contaba Alejandra, la fundadora del Santuario, Facundo es una cabra que no se identifica como tal. Como desde bebé anduvo entre caballos, él se siente uno de ellos y ni se junta con otras cabras.

Luego se encuentra Chihiro, una cabrita rescatada de bebé, que hace poco dejó de tomar mamadera de leche, pero que todavía bala desesperadamente por mamaderas de agua. O también se cuela dentro de la casa para robar un poco de alimento balanceado.

¿Cómo es un día en el Santuario?

El día comienza temprano. Generalmente a las 9 salíamos a ayudar a dar de comer a los diferentes animales del Santuario.

El primer día, Santiago nos enseñó cómo darle de comer a los caballos y los cuidados que hay que tener con los mismos. Recordemos que, si bien son animales obedientes, no dejan de tener cada uno sus temperamentos y personalidades.

También nos enseñaron a dar de comer a las gallinas/gallos y limpiarles los bebederos. Aprendimos a la fuerza que la hora de comer en el Santuario es como un reloj que tiene sus tiempos y hay que respetarlos. Un día quisimos alimentar a las gallinas sin que los demás animales estuvieran en sus respectivos lugares comiendo y se armó. Primero nos perseguían las cabras que querían robarnos la comida. Luego nos atrincheramos en el cuarto donde se guarda el alimento. Cuando miramos por la puerta estaban Rogelio y Merceditas (un toro algo terco y una vaca buenaza que no se da cuenta de la fuerza que tiene), Blanquito, las cabras y algún que otro perro. Todos queriendo meterse para agarrar comida.  Al querer salir Rogelio se metió de un zopetón y empezó a comer directamente del tacho la comida de los caballos. Martín, uno de los miembros permanentes del Santuario, vio todo esto y corrió a sacarlo. Yo desesperada por que no se meta Merceditas, intenté pararla pero obviamente ella me levantó por los aires. Pero bueno, gracias a la experiencia de Martín, que tuvo que luchar un poco con Rogelio, pudimos volver todo a la normalidad. A partir de ahí esperamos a que todos los animales estuviesen en sus corrales para darle de comer a las gallinas.

También alimentamos a los perritos. A ellos hay que darles una vez que todos estén ya comiendo porque sino sería peligroso que se les tire encima un caballo o cualquier otro animal más grande.

Martín nos enseñó a preparar la mamadera de sustituto lácteo para Save. Así que todas las mañanas y las tardes poníamos a hervir agua para darle de comer a la gordita. Lo más tierno de todo esto era que cuando Save escuchaba que poníamos a calentar el agua, empezaba a mugir ansiosa en la ventana o puerta de la cocina.

Después de dar de comer a los animales, nos poniamos manos a la obra para realizar tareas que se necesiten. Por ejemplo, uno de los días Fran ayudó a construir un corral para unos caballos que iban a llegar unas semanas después. También ayudamos a cambiar la herradura de un caballo (más bien pasamos herramientas, clavos y mates, pero todo cuenta no?).

Al mediodía se almuerza todos juntos, y después se puede seguir con las tareas (si las hay) o ir a descansar un rato. Generalmente siempre hay algo para hacer.

A las 5 y media / 6 de la tarde, se empieza nuevamente con las rondas de comida y generalmente se termina entre 8 y 9 de la noche. El que quiere puede ducharse, cenar algo e ir a dormir.

En el Santuario somos todos familia

Una de las cosas que me llevo es que desde el primer momento todos sus integrantes te hacen sentir como en casa y parte de su familia. Una familia grande y bien diversa. Sin importar raza, color o tamaño, todos con sus nombres propios, todos iguales.

Nos llevamos todo lo que aprendimos gracias a Santiago, Martín, Uri y Facundo acerca del cuidado de los animales y el santuario. También nos llevamos largas e interesantísimas charlas con Alejandra acerca de todo el trabajo que viene haciendo hace años con la Fundación Franz Weber.

Lo más importante es ayudarlos. Ayudarlos como sea. Puede ser alimentando a los animales, construyendo corrales, cocinando, o limpiando el campo de los desechos de los animalehttps://youtu.be/pAtbQlAcatks. El asunto es estar ahí para ellos.

 

 

El Santuario Equidad se mantiene gracias al esfuerzo de personas reales que ponen todo para llevarlo adelante. Por eso siempre les viene bien una mano amiga que los ayude. Si tenés ganas no dudes en sumarte como voluntario en cualquier momento del año, sus integrantes peludos te lo van a agradecer. Podés contactarte a través de Facebook: https://www.facebook.com/SantuarioEquidad/

 

2 Replies to “Santuario Equidad”

  1. Uno más Amor que el otro. Divinos todos los animalitos! Y excelente labor del Santuario. Hermosa experiencia!!!
    P.D: que grande y linda está Save ❤️

    1. Viste lo que es Save! esta hecha una gordita! Y la verdad que sí, es increíble la garra que le ponen todos los días a todos los problemas. Es inspirador.

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